sábado, 8 de noviembre de 2008

Más poesías



Baile en el albero...

Negro que sin miedo galopas
a la vida y a la muerte te enfrentas.
Con la bravura de tu piel te arropas,
de la estirpe que tu sangre conlleva.

Te paras de pronto y resoplas
Te miró y me gritó, ¡Vive y reza!
De la valentía llegó la hora,
y mi alma de escalofríos se llena.

La angustia y el valor afloran,
medroso el cuerpo me tiembla.
Embiste agreste el rojo que llora
lágrimas rojas que tu lomo deja.

Entre bailes de pases mora
la muerte que viajera se presenta.
En una espada, o en arrancada tentadora,
en breve instante, será su dueña.

En el albero bailan mis días en la sombra
con los de la bestia contados sin pena.
Habrá un lugar si muero, en la historia.
¿Habrá un lugar para el negro aunque muera?






Oscuridad...

Mas no sé la blanca alegría
de esa luna llena que brilla,
si en la soledad se halla,
y en la profunda noche habita.
Mas no comprendo su alegría
si como yo en oscuridad vive
en las sombras de esta vida.






Allí estaría yo...

Si te asustara lo oscuro con el bruno de sus ojos,
y el frío de las nieves te ocultase a su antojo.
Allí estaría yo...con mi sombra tan sólo.
Dando cobijo a tu alma, la que me volvió tan loco.
Si el abismo del olvido encarcelara tus recuerdos.
y con cadenas de llantos, te aplastara sus lamentos.
Allí estaría yo... con la libertad que aún poseo.
Alentándote un cielo claro a ese que tienes tan negro.
Si el miedo prendiera tu cara, del roce de fuego y frío atados.
Con sus llamas gélidas entre tus carnosos labios.
Allí estaría yo... Enloquecido y dudando.
Si abrigarlos con mi boca o entre besos apagarlos.







Tú y yo...



Cuando mis arrugas se sientan cansadas
y curtidas por el tiempo hacedor,
las líneas de mis manos gastadas
junto a las tuyas tornarán tal fulgor,
que las estrellas que hoy brillan algo,
¡Mañana!... ¡Morirán por los dos!

Cuando mi vida parezca acabada
endeble y frágil como un viejo embrión
que azotado por la lluvia que empapa,
se desvanece sin fuerza, con tal dolor,
cual semilla de recuerdos, que a la tierra rogó.
¡Mañana!... ¡Naceremos tú y yo!.





Renacer...


Como la corriente de un río
nuestro amor pasó eventual.
Dejó una senda indeleble
aunque agostado esté su caudal.


Fue al mar, siguió su camino...


Bajo la sombra de los sicómoros
me detengo a descansar.
Reposa el cuerpo, no así el alma,
ella, sueña con volver a amar.


Es el sueño de mi destino...




Pudo ser...

No es que tu rojez,
sea síntoma de mi saludo,
Mas del sol imposible es,
porque las nubes son tu escudo
Pudo ser... o no ser

No es tu imagen, romanza cantada
en tu paseo por el sendero antiguo,
ese de piedras que sin querer
desgarran tu caminar desnudo.
Pudo ser... o no ser

No es que tu afonía por mí
dejara en mi alma, el silencio más profundo,
que mis gritos se volvieran mudez,
arrojados al vacío de lo oscuro.
Pudo ser... o no ser

No es el paso de mi vida en llagas
madera en cruces, con clavos tuyos
ni mi sombra disimulada en piel,
¡Que se arrastra anta ti! ¡Ay verdugo oculto!
Pudo ser... y fue.



Sagrado Corazón...



Cuando a las oscuras tinieblas
temerosa, se asoma mi alma,
y ve como el deceso me siembra
puñales y amoladas dagas.
Percibo entonces tu presencia
en la soledad que acompaña mi nada.
Recuerdo cuando alcé la mano al cielo
y noté con fuerza que la tomabas.
Hogaño, vuelven las lóbregas tinieblas
con soles negros, lunas malditas y llagas.
Su mano apacigua y envuelve mi llanto
Su sagrado corazón, mi vida reclama.







Sigo sintiendo...



Con el aspado viento,
se agita un beso
Concilio de suertes,
el de este universo.
Bajo la sombra de un árbol,
treguo despierto.
Un merecido descanso
que obtiene mi cuerpo.
Como notas que en el piano,
salmodian con los dedos.
Danzan tristemente
mis vivos recuerdos.
Y en cada uno de ellos,
sobrevive un verso.
Cubriéndose de las glorias
que deja la huella del tiempo.